viernes, 21 de marzo de 2008

ASÍ SEA











En este tiempo demasiado se habla, se promete, se juega de voces... Las palabras son el símbolo exacto de la sociedad. La palabra, solo viento con significados. Para conquistar a un ser querido muchos disponen de artimañas sutiles que elaboran en el instante y que si son bien o ingenuamente recibidas podría flechar el objetivo. Por ejemplo, cada vez que se acercan las elecciones para un nuevo presidente —sea de cualquier asociación, sobre todo del país— pululan las propuestas vagas en cuanto fondo; sirven más para adueñar un corazón que para realizar en sí la semilla que desarrolle el tiempo y el espacio en productos de evolución. Perdonen que lo diga tan ampuloso [mal], la culpa lo tiene mi edad y mis lecturas decimonónicas.

Aunque las palabras, en su mayoría, se estén degradando, son las palabras las que inician el cambio, son las palabras el germen del árbol que sostiene el mundo de los hechos (¿se nota que he estado leyendo libritos de filosofía?). Si bien no podemos vivir solo de pensamientos, estos son necesarios para la transformación. Quiero decir, realización. Pensamiento sin acción es amor sin cuerpo: no podemos quedarnos soñando, requerimos del acto bien guiado, pero ante todo, pensamiento bien dirigido. Conductor viene de conducir (en latín, ducit), y nosotros, sobre todo nosotros, debemos ser los conductores de nuestras vidas. No se nos pide más. Y para ello es básico la herramienta fíjese bien el menú de nuestro pensar (creo que ya lo he dicho, pero hay cosas que debemos repetir, somos animales amnésicos). Y pensar de la misma forma como aprendemos un nuevo arte. Practicarlo día a día. Hora a hora, minuto a minuto. En lugar de entrar a tu red social de Internet, entrar a tu cerebro con la fija idea de crear. Y toma muy en serio este arte que, sin él, todas las demás son meros flatus vocis

Se piensa con palabras e imágenes y si estas las mal conducimos, nuestro único fin es la ruina. O, en todo caso, la mala rutina que, para el caso, es lo mismo. Y para decirlo en lenguaje horrible, en la onda de mis primeros escritos, podría escribir que desde malecones intrínsecos de mi infancia se fue cuajando mi deseo por despertar hoyos disculpen lo rimbombante que no tiene nada que ver con el buen amado Rimbaud, desenterrar realidades opacas y aliviar mi gigante anhelo tostado de definiciones oscilantes y de muecas inusitadas. 

Quisiera, en efecto, que este blog, aún baldío de frutos, prospere en el terreno seco que hay que regar (labrar sería una mejor palabra), para saborear todos de la miel frondosa del conocimiento (rayos, no puedo creer que escriba tan mal, solo espero que la idea se entienda). Conocimiento para pintar una nueva y mejor realidad (ya parece mitin). Se necesita obrar, se necesita(n) cambio(s). En plural. Se requieren acciones de verdad, ya no basta el «Hay, hermanos, muchísimo que hacer» vallejiano, díganme qué o cuál es el muchísimo muchísimo que hoy están haciendo. Todos están invitados a sembrar sus palabras y probar de sus actos. Así sea. Pero, por favor, que así sea. Ya basta de excusas, ya pasamos el 2000, el futuro es ayer. Y tú, ¿qué has hecho hoy, qué estás haciendo en este momento? No te quedes sin presente.

Moisés AZAÑA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me aúno a la causa.

Fernando Del Castillo.